
Una Rosa de luz
Salí a la calle a preguntar por ella, pero fue contraproducente: cuando les contaba a la gente que la Rosa que buscaba no era roja, ni amarilla, ni blanca, sino color luz
Por: Ernesto Gutiérrez Leyva
Apenas me levanté, sentí algo raro, solo que no sabía qué. No faltaba nada, todo estaba en el lugar que le corresponde en el desorden habitual…pero había algo diferente, sin dudas. ¿Qué podría ser? ¡Claro! Era el aire, o más bien su olor. Automáticamente fui al jardín, ¡y no estaba! La Rosa principal del jardín no estaba, y por supuesto, la falta de su perfume delataba su ausencia… ¿Habrá permutado? Me pregunté no sin cierta malicia, pero claro que no, ella jamás abandonaría su jardín.
Me preocupé mucho, recorrí todo el jardín. Pero nada… Salí a la calle a preguntar por ella, pero fue contraproducente: cuando les contaba a la gente que la Rosa que buscaba no era roja, ni amarilla, ni blanca, sino color luz; si les decía que a pesar de haber florecido hacía años, jamás se había marchitado, o que era tan fuerte que nadie jamás la había podido arrancar, pero tan delicada que carecía de espinas; no daban crédito a mis palabras los unos, otros se apenaban por mi dolor, e inclusive creo que hasta lo hacían un poco suyo.
Esta Rosa fue un regalo muy especial, hecha por 7 maestras de lo más peculiares: las dos primeras le dieron un talle y porte únicos, la tercera la pintó de esplendor, la cuarta le dio el don de convertir la brisa en melodía, la quinta, le enseñó a moverse deliciosamente con el viento, la sexta…no sabría explicarlo…la hizo poesía….
Dicen que la séptima vio los regalos de sus antecesoras, contempló a la naciente criatura, y decidió entonces darnos un regalo a nosotros: le dio a la Rosa el don de ir más allá de su jardín, de traspasar las barreras del tiempo y el espacio, de entrar a nuestros hogares y anidarse un poquito en nuestros corazones…sí, ese fue el regalo: la hizo nuestra Rosa.
El jardín sigue siendo hermoso, pero le falta su estrella, su vedette. Ella es firme, y tan linda que nadie jamás se atrevió a comprimirla entre las pesadas páginas de algún volumen, pero tontos nosotros…no lo logramos evitar, esté donde esté; la podremos encontrar en libros, revistas, filmes, en fin, en la historia, cuyas páginas no la aprisionan…la alaban y se regocijan con su perfume….
El colectivo de La Trinchera se conduele
por la desaparición física de esa gran
mujer que fue Rosita Fornés, sean estas
breves líneas el modo de sumarnos al
dolor de familiares, amigos y de todo su
pueblo que supo amarla.

One Comment
Orlando
un país con un sistema que se proclama socialista y de justicia social permita que un anciano jubilado pague el mismo dinero en un transporte público que el dueño de un negocio.
—
Jeje. Por ser de la Tercera Edad pago el transporte público a la mitad. Me devuelven los IVAs o impuestos a las ventas. También me descuentan el 50 por ciento de los trámites migratorios. Tengo preferencia para no esperar en las filas normales en bancos y supermercados. Sólo desearía que las chicas prepagos se conduelan y me descuenten dada mí avanzada edad. Jeje